Mente deportiva

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Deportista ¿se nace o se hace? ¿Cómo manejar la presión en escenarios competitivos? ¿Cómo incide la cultura de un ámbito deportivo en el rendimiento individual? ¿Por qué se fatiga antes la mente que el cuerpo? ¿Cómo desarrollar la autoconfianza? Estas son algunas de las preguntas a las que responde Marcial Pérez en Mente deportiva.
Nuestra mente gobierna la fuerza, la velocidad, las decisiones, los pensamientos y las sensaciones que vivimos a cada instante.
Tradicionalmente hemos asociado el deporte al músculo puesto que es quien produce el movimiento necesario en cada disciplina.
Y si bien la calidad del movimiento define desempeños y resultados, poca atención hemos dado al principal órgano efector del movimiento: el cerebro.
Allí es donde alojamos todas nuestras destrezas, tácticas, perseverancia para entrenar, autoconfianza, manejo de emociones, capacidad de concentrarnos, percepción, hábitos, decisiones y poder resiliente ante la adversidad.
Tenemos la enorme posibilidad de potenciar nuestro rendimiento deportivo si comprendemos como se arraigan nuestras facultades cognitivas y emocionales, para entrenarlas con especificidad.
Mente deportiva nos permite ampliar y renovar el enfoque y diseño de los entrenamientos deportivos para converger con mayores posibilidades hacia nuevos y desafiantes objetivos.
La condición física intrínseca y la entrenabilidad de cada deportista marcan tan solo un punto de partida genético desde donde apuntalaremos la expansión de capacidades mentales absolutamente ejercitables.
No tenemos por qué conformarnos con lo que nos ha dado la naturaleza.
Un cerebro entrenado es capaz de superar barreras para el asombro.
Deportista ¿se nace o se hace? ¿Cómo manejar la presión en escenarios competitivos? ¿Cómo incide la cultura de un ámbito deportivo en el rendimiento individual? ¿Por qué se fatiga antes la mente que el cuerpo? ¿Cómo desarrollar la autoconfianza? Estas son algunas de las preguntas a las que responde Marcial Pérez en Mente deportiva.
Nuestra mente gobierna la fuerza, la velocidad, las decisiones, los pensamientos y las sensaciones que vivimos a cada instante.
Tradicionalmente hemos asociado el deporte al músculo puesto que es quien produce el movimiento necesario en cada disciplina.
Y si bien la calidad del movimiento define desempeños y resultados, poca atención hemos dado al principal órgano efector del movimiento: el cerebro.
Allí es donde alojamos todas nuestras destrezas, tácticas, perseverancia para entrenar, autoconfianza, manejo de emociones, capacidad de concentrarnos, percepción, hábitos, decisiones y poder resiliente ante la adversidad.
Tenemos la enorme posibilidad de potenciar nuestro rendimiento deportivo si comprendemos como se arraigan nuestras facultades cognitivas y emocionales, para entrenarlas con especificidad.
Mente deportiva nos permite ampliar y renovar el enfoque y diseño de los entrenamientos deportivos para converger con mayores posibilidades hacia nuevos y desafiantes objetivos.
La condición física intrínseca y la entrenabilidad de cada deportista marcan tan solo un punto de partida genético desde donde apuntalaremos la expansión de capacidades mentales absolutamente ejercitables.
No tenemos por qué conformarnos con lo que nos ha dado la naturaleza.
Un cerebro entrenado es capaz de superar barreras para el asombro.

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9788418354557
2021